Maria Oliveira y su hija Andreia Moreno nunca olvidarán el 17 de julio de 1994. Aunque estuviesen a más de 6.600 kilómetros de su Río de Janeiro natal, dieron a Miami un sabor típicamente brasileño. Familiares y amigos se reunieron en el apartamento de Maria, todos ellos vestidos con el característico amarillo de la selección canarinha. La televisión emitía fútbol, una carne deliciosa salía de la barbacoa y la cerveza estaba bien fría.
Cuando Roberto Baggio, en la acción más dolorosa de su carrera, envió a las nubes el penalti que daba a Brasil su cuarto título de la Copa Mundial de la Fifa, la euforia invadió a todos los presentes. A todos, incluido el niño pequeño de Andreia. “Sólo tenía tres años, pero ya le apasionaba el fútbol”, declara Maria a Fifa.com.
Ellas ahora están presenciando el Mundial Sub-20 en Colombia. Visten las camisetas oficiales de su equipo y pasean una bandera enorme. Pero, curiosamente, esas camisetas son rojas, y están decoradas con un escudo de armas, en lugar de cinco estrellas. No enarbolan la bandera del país suramericano, sino de una nación europea. Y a quien animan es a España, no a Brasil.
Pero no son aficionadas seducidas por el apogeo futbolístico que vive España. Siguen a la Roja porque su número 9 llama a la una vovó (abuela) y a la otra mãe (mamá). Y Rodrigo es el niño que festejaba entusiasmado el triunfo brasileño en 1994.
El fútbol le hizo mudarse a España a los 10 años. Su padre, que se convirtió en su representante, viajó con él. En 2008 llamó la atención del Celta de Vigo. Un año más tarde, fichó por el Real Madrid. Luego se incorporó al Benfica y acaba de jugar cedido en el Bolton Wanderers de Inglaterra.
Pero ha ofrecido su mejor fútbol con la selección española, en la Copa Mundial Sub-20, pues ha sido vital para la buena campaña del combinado ibérico, que este domingo buscará, justamente ante Brasil, el paso a semifinales.
“Ver jugar a Rodrigo en el Mundial es el momento de mayor orgullo de mi vida”, confiesa Andreia. “No puedo explicar con palabras lo orgullosa que estoy de él. Para él el fútbol lo es todo, y esto es un sueño. Rodrigo es una persona maravillosa, y se ha esforzado mucho para llegar hasta aquí. Se lo merece de verdad”.
Maria, embriagada de orgullo, interviene: “Es lo más emotivo que he vivido. Estoy abrumada. No me malinterprete, nos sentimos muy orgullosos de ser brasileños. Brasil es un país maravilloso, con gente maravillosa. Pero la familia siempre está antes que el país de uno, ¿no? Hemos acabado por amar a España, y también a sus hinchas”.
A pesar de la alegría del momento, Maria, Andreia y Rodrigo sienten nostalgia, pues este domingo se enfrentarán en Pereira las dos naciones que llevan en el corazón.
“Creo que Rodrigo se siente 50% brasileño y 50% español, aunque España se lo ha dado todo. Le encanta ese país. Se siente muy orgulloso de vestir su camiseta. Aunque resulte duro, hará todo lo posible por eliminar a Brasil. Y, por supuesto, yo lo animo, a él y a España, con todo mi corazón. ¡Lo siento, Brasil!”, dice Andreina.
Y Maria añade: “Será bastante raro, ¡aunque Rodrigo puede contar con mi apoyo! Yo siempre he animado a Brasil con pasión, pero me estoy divirtiendo mucho con España. En mi familia el fútbol lo es todo”.
Y en caso de que alguien necesite alguna prueba de que el fútbol es una religión en la familia, Rodrigo se refiere al exdefensor brasileño Adalberto como pai (papá), llama tíos a los campeones de Estados Unidos 1994 Mazinho y Bebeto, y es primo de los jóvenes del Barcelona Rafinha y Thiago Alcántara, este último, nacionalizado español, quien justo el miércoles pasado se estrenó con el equipo de Vicente del Bosque y se convirtió en el quinto brasileño, tras Heraldo Bezerra, Donato, Catanha y Marcos Senna, que compite con la selección absoluta de España.
Y si Rodrigo mantiene el excelente nivel que está mostrando en el Mundial, no tardará mucho en ser el sexto, porque es brasileño de cuna y español de corazón.
Cortesía:EE
Cuando Roberto Baggio, en la acción más dolorosa de su carrera, envió a las nubes el penalti que daba a Brasil su cuarto título de la Copa Mundial de la Fifa, la euforia invadió a todos los presentes. A todos, incluido el niño pequeño de Andreia. “Sólo tenía tres años, pero ya le apasionaba el fútbol”, declara Maria a Fifa.com.
Ellas ahora están presenciando el Mundial Sub-20 en Colombia. Visten las camisetas oficiales de su equipo y pasean una bandera enorme. Pero, curiosamente, esas camisetas son rojas, y están decoradas con un escudo de armas, en lugar de cinco estrellas. No enarbolan la bandera del país suramericano, sino de una nación europea. Y a quien animan es a España, no a Brasil.
Pero no son aficionadas seducidas por el apogeo futbolístico que vive España. Siguen a la Roja porque su número 9 llama a la una vovó (abuela) y a la otra mãe (mamá). Y Rodrigo es el niño que festejaba entusiasmado el triunfo brasileño en 1994.
El fútbol le hizo mudarse a España a los 10 años. Su padre, que se convirtió en su representante, viajó con él. En 2008 llamó la atención del Celta de Vigo. Un año más tarde, fichó por el Real Madrid. Luego se incorporó al Benfica y acaba de jugar cedido en el Bolton Wanderers de Inglaterra.
Pero ha ofrecido su mejor fútbol con la selección española, en la Copa Mundial Sub-20, pues ha sido vital para la buena campaña del combinado ibérico, que este domingo buscará, justamente ante Brasil, el paso a semifinales.
“Ver jugar a Rodrigo en el Mundial es el momento de mayor orgullo de mi vida”, confiesa Andreia. “No puedo explicar con palabras lo orgullosa que estoy de él. Para él el fútbol lo es todo, y esto es un sueño. Rodrigo es una persona maravillosa, y se ha esforzado mucho para llegar hasta aquí. Se lo merece de verdad”.
Maria, embriagada de orgullo, interviene: “Es lo más emotivo que he vivido. Estoy abrumada. No me malinterprete, nos sentimos muy orgullosos de ser brasileños. Brasil es un país maravilloso, con gente maravillosa. Pero la familia siempre está antes que el país de uno, ¿no? Hemos acabado por amar a España, y también a sus hinchas”.
A pesar de la alegría del momento, Maria, Andreia y Rodrigo sienten nostalgia, pues este domingo se enfrentarán en Pereira las dos naciones que llevan en el corazón.
“Creo que Rodrigo se siente 50% brasileño y 50% español, aunque España se lo ha dado todo. Le encanta ese país. Se siente muy orgulloso de vestir su camiseta. Aunque resulte duro, hará todo lo posible por eliminar a Brasil. Y, por supuesto, yo lo animo, a él y a España, con todo mi corazón. ¡Lo siento, Brasil!”, dice Andreina.
Y Maria añade: “Será bastante raro, ¡aunque Rodrigo puede contar con mi apoyo! Yo siempre he animado a Brasil con pasión, pero me estoy divirtiendo mucho con España. En mi familia el fútbol lo es todo”.
Y en caso de que alguien necesite alguna prueba de que el fútbol es una religión en la familia, Rodrigo se refiere al exdefensor brasileño Adalberto como pai (papá), llama tíos a los campeones de Estados Unidos 1994 Mazinho y Bebeto, y es primo de los jóvenes del Barcelona Rafinha y Thiago Alcántara, este último, nacionalizado español, quien justo el miércoles pasado se estrenó con el equipo de Vicente del Bosque y se convirtió en el quinto brasileño, tras Heraldo Bezerra, Donato, Catanha y Marcos Senna, que compite con la selección absoluta de España.
Y si Rodrigo mantiene el excelente nivel que está mostrando en el Mundial, no tardará mucho en ser el sexto, porque es brasileño de cuna y español de corazón.
Cortesía:EE
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