Los buenos hinchas volvieron al estadio.

La paz ha reinado en todos los estadios del Mundial Sub-20, gracias al buen comportamiento de los aficionados, que en muchos casos han asistido en compañía de sus familias.

El gran número de turistas y aficionados de otros países que supuestamente iban a venir al Mundial Sub-20 no se dio. Por ello, se pensó que la asistencia a los estadios no iba a ser la mejor.

Pero qué grata sorpresa se llevó la Fifa, la organización y el pueblo colombiano en general al ver los escenarios llenos, con la gente avivando por los diferentes equipos y disfrutando de un espectáculo único y que quizá en el país no volverán a ver.


Si por algo se caracterizó siempre el fútbol colombiano, hasta mediados de los años 90’s, fue por la sana convivencia de los aficionados al fútbol en los estadios y fuera de ellos.

Desde la época de El Dorado, el público colombiano aficionado al fútbol se acostumbró a ello. Era sabroso ir a los estadios a animar a su equipo, tener una sana charla o discusión con el seguidor del equipo rival y luego salir tranquilamente para casa.

A medida que los años pasaron las cosas siguieron igual, aunque ya los estadios empezaban a vestirse de colores, con banderas y camisetas del color del equipo de sus amores.

Hasta 1995, más o menos, se pudo vivir en Colombia esa dicha, esa alegría de ver las tribunas multicolores, con los hinchas de los dos equipos en contienda revueltos, disfrutando, riéndose.

Después de 1995, para nuestro infortunio, el ambiente del fútbol colombiano se dañó. La plaga maldita de las barras bravas, el peor cáncer de todos en el fútbol, hizo su aparición en masa con el surgimiento de la Guardia Albirroja de Santa Fe, Los del Sur de Nacional, Disturbio Rojo de América, La Putería Roja de Medellín y los Comandos Azules de Millonarios.

A esas mentes cortas de inteligencia, a esos hampones no les importó nada y ahuyentaron a los verdaderos aficionados de los estadios, costumbre que se fue olvidando y se convirtió de alto riesgo. Sólo los más osados se arriesgan a ir a los estadios.

Con clubes al borde de la quiebra por la ausencia de público en los estadios y otras razones, Colombia organizó este Mundial Sub-20. Y contra todos los pronósticos, ha colmado los estadios y superado las expectativas de asistencia.

Qué bonito ver las graderías colmadas, la bandera multicolor en cada escenario, la alegría, los aplausos, los normales chiflidos, los vivas para el uno y los reproches a los otros.


Mejor ver a toda una familia (papá, mamá, hijos, sobrinos, tíos, amigos) disfrutando de la fiesta del fútbol, compartiendo sabroso, alegres, viviendo cada emoción. Abrazados los de Colombia sin importar si son de Millonarios, Santa Fe, América o Nacional. E increíble ver el fútbol sin malla protectora. Esa es la fiesta que todos soñamos ver en Colombia.

Eso es lo que aún no creen los organizadores, les parece imposible que eso se esté dando. Lo que no entienden es que esos son los verdaderos hinchas del fútbol, de la fiesta familiar, esos a los que tienen que cautivar de nuevo para que regresen. En Colombia los hay, pero los clubes mismos —apoyando a los violentos— se han encargado de ahuyentarlos.

Ojala y no vuelvan los hinchas violentos, los que se creen argentinos y cantan con el mismo acento, delinque y forma violencia en toda parte.

Los hinchas de verdad son los que animan sin pelear con gente de su propio equipo, los que no necesitan saltar en una silla para sentirse el chacho del estadio. Felicidades a los buenos hinchas que volvieron al estadio. Ya que ni el titulo mundial se pudo quedar en el país gracias al DT Lara y su futbol torpe, al menos que se quede el respeto, la fiesta sana y los hinchas buenos que pudimos tener por estos más de 15 días de Mundial U-20.

Carlos A. Gracia B. @NoticiasMillos.

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