El '10' de Millonarios pasó del odio al amor gracias al gol que les dio la Copa Postobón.
El cerrado aplauso con el que la hinchada de Millonarios, que llenó el estadio El Campín el jueves pasado, despidió a Máyer Candelo en el minuto 89, cuando el técnico Ríchard Páez lo mandó a descansar en la final de la Copa Postobón, frente al Boyacá Chicó, fue una manifestación total de perdón hacia el volante vallecaucano, que, con el gol que le dio al equipo su primer título oficial en diez años, ya pagó todas sus culpas.
La historia de amor y odio entre Máyer y los hinchas tuvo su día clave el 14 de mayo del 2003. Millonarios recibía al sorprendente Centauros en El Campín, en busca del paso a la final. Candelo falló un penalti y la tribuna se metió con él. Cuando el partido terminó, el jugador lanzó su camiseta a la pista atlética y se despidió.
Efectivamente, fue el último de los 34 partidos de su primera etapa en Bogotá.
Ahora, volteó todo y se volvió a ganar el cariño. "Todos estamos disfrutando porque logramos ganar un título para la historia de Millonarios. Era el anhelo de todos y mi sueño al volver aquí", expresó Candelo. "Era algo muy importante, porque sabía que los hinchas no me querían mucho, pero hoy, con el trabajo y lo que se hace en la cancha, estamos cambiándole la idea a la gente.
Los errores se cometen, pero de los hombres es corregirlos", agregó.
Candelo tuvo que pasar otra vez por el momento difícil de errar un penalti, ahora, en plena final. A pesar de que ya tenía una experiencia amarga en una definición, en Chile, cuando falló en la final contra Colo Colo, quiso cobrar igual que ese día. "La verdad, me hizo dudar (Alejandro) Cichero, porque yo la quería picar. Me dijo que, así la botara, que lo pateara serio, bien, como debería de ser; y dude y dude y cambié, y por cambiar, perdí", explicó.
Candelo no se calla nada, dice lo que siente. La vida lo enseñó a ser frentero, desde que dejó los estudios, en sexto grado, y se quedó con el fútbol en su barrio, el Bretaña de Cali, deporte con el que sacó adelante, primero, a su mamá, Soraya García, y a sus dos hermanos. Sabe recibir golpes y asimilarlos.
Por eso, tuvo la cabeza fría para marcar el tanto de la victoria, con gambeta y remate con el borde externo del pie izquierdo. "De vez en cuando se equivoca uno... La equivocación fue bonita porque fue un buen gol que nos dio la tranquilidad de conseguir un título que tanto queríamos. Igual, esto ya terminó: hay que pensar en lo que viene, porque queremos clasificar en los primeros ocho y llegar a la gran final que tanto queremos, en diciembre", dijo.
Candelo vivió las épocas malas de Millonarios (las que la leyenda popular calificó como las del "arroz con huevo", porque no les pagaban a los jugadores), las regulares, y ahora, por fin, puede sonreir.
Pero quiere más. "Pienso que se ha armado un gran equipo. El técnico escogió sus jugadores, ellos trataron de entender el mensaje que le gusta a él y afortunadamente, día tras día, fueron engranando bien los sistemas que planteó el entrenador, la forma de jugar y nos fuimos complementando hasta hoy llegar a ganar el título. Pero sabemos que lo más importante es salir campeones en diciembre: ese es el sueño de todos", concluyó.
COLPRENSA
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