El 6 de agosto de 1538, Gonzalo Jiménez de Quesada junto con un reducido grupo de hombres realizó la fundación de la ciudad, hoy en día una de las más importantes del continente y conocida como la ‘Atenas Suramericana’.
Sobre lo acaecido hace 474 años, y que hoy congrega a todos los capitalinos en una celebración multitudinaria, la descripción del más importante cronista de la Colonia, Fray Pedro Simón, relata: “Estando todos juntos, Gonzalo Jiménez se apeó del caballo y arrancando algunas yerbas y paseándose, dijo que tomaba la posesión de aquel sitio y tierra en nombre del invictísimo emperador Carlos V, su señor, para fundar allí una ciudad en su mismo nombre; y subiéndose luego en su caballo, desnudó la espada diciendo que saliese si había quien lo contradijese, porque él la fundaría; no habiendo quien saliera a la defensa, envainó la espada y mandó al escribano del ejército a que hiciese instrumento público que diese testimonio de aquello, con testigos”.
Era el fin de un recorrido épico hecho por el abogado Gonzalo Jiménez de Quesada, que trasegó buena parte de las riberas del río Magdalena con el objetivo de llegar a las ciudades doradas del Perú.
Sin embargo, debido a inconvenientes con su tropa y a graves carencias de alimentos y suministros, sus hombres que inicialmente fueron 600 a pie y 60 a caballo, así como 200 tripulantes de siete embarcaciones, se vieron drásticamente reducidos luego de muertes y deserciones debido a la dureza de la misión.
La travesía
Con solo 200 hombres como tropa y 60 jinetes, Jiménez de Quesada se internó en Santander tomando el río Opón, desviándose de su meta, Perú, en búsqueda de las rutas del comercio de los indígenas, por el camino de los ríos Opón y Suárez. En ese trayecto, recorrió lo que hoy se conoce como el Altiplano cundi-boyacense. Durante el periplo, a veces con diplomacia y otras tantas por la fuerza, delineó la ruta de lo que sería el corazón del imperio español en el territorio septentrional de Suramérica.
De acuerdo con don Juan de Castellanos las dificultades para los conquistadores fueron, entre otras: “ciénagas, pantanos y lagunas, pasos inaccesibles y montañas (…) cansados de las plagas del camino (…) garrapatas, murciélagos, mosquitos, cocodrilos, tigres, hambres, calamidades y miserias (…) con otros infortunios que no pueden bastantemente ser encarecidos”. Jesús María Henao y Gerardo Arrubla refieren que “el hambre llegó a obligar a los expedicionarios a comer cocidos en agua los cueros de los escudos, las correas y las vainas de las espadas”.
Al final, a la llegada a la Sabana de Bogotá, Jiménez de Quesada solo estaba acompañado de 166 hombres. El riesgo principal para ellos, el asedio de los indígenas, que libraron una fuerte resistencia en contra del invasor español. Justamente, la razón principal de la ubicación de Bogotá (Bacatá en dialecto muisca), decidida ese 6 de agosto de 1538, fue la presencia de los cerros orientales, Monserrate y Guadalupe, que se convertían en una barrera natural, casi infranqueable, en contra de posibles rebeliones de los nativos.
El lugar donde se protocolizó la fundación se cree es el que coincide con la actual plazoleta del Chorro de Quevedo, en La Candelaria. Allí junto con sus soldados y cerca de veinte indígenas muiscas que había traído desde Guatavita, se levantaron 12 chozas y una rústica capilla, en conmemoración a Jesús y sus doce apóstoles.
Otras versiones aseguran que el punto del primer asentamiento estuvo en la capilla del Humilladero, en inmediaciones del hoy Parque Santander, cerca al edificio Avianca, en la avenida Jiménez con carrera sexta.
Como dato curioso, para efectos oficiales en la península ibérica, la fecha de la fundación de Bogotá fue el 27 de Abril de 1539.
FELIZ CUMPLEAÑOS QUERIDA BOGOTÁ D.C.
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