Crónica: El diario de una pasión

19 de enero de 2013

Crónica: El diario de una pasión



Crónica de un fiel seguidor de Millonarios, que nos describe su pasión azul. En Noticias Millos publicamos el sentimiento de la hinchada más veces campeona.

-CRÓNICA

Cuando uno es hincha de un equipo como Millonarios, difícilmente asume por su propio devenir el hecho de haberse tatuado en el alma una marca que además de grandeza, dramáticamente tomo con el pasar del tiempo un tinte de sufrimiento, y aunque suene exagerado se que para muchos, sufrir fue una constante año tras año por más de una década, pues al ver como todos los demás celebraban, al hincha embajador por gallardía y por amor propio le tocaba conformarse con evocar los triunfos lejanos de los Di Stefano, los Pedernera, los Willington, Funes, Pajaro Juarez y muchos otros ídolos que dejaron una honda huella en todos los corazones azules, pero que con el paso del tiempo se convirtieron tan solo en un lindo recuerdo que inequívocamente confirmaba que todo tiempo pasado fue mejor.

Por eso cuando el 2012 empezó, todos los que guardan esa gran simpatía por la divisa azul, hicieron como todos los años, se armaron de la misma confianza bañada en optimismo y se prepararon para seguir a Millos como siempre… con mucho amor, mucho cariño, mucha esperanza, alimentada tan solo con un tal vez, y un este semestre si es. Corrían los meses de la primera parte del año y los hinchas embajadores se hacían eco de una campaña como otras tantas, con más desaciertos que bondades y en las que para acabar de completar el desdén y la impotencia del que no puede hacer nada, se veía como el eterno rival de patio se paseaba por Colombia haciendo de las suyas, culminando un semestre celebrando y festejando en lo que para muchos fue un trago más que amargo.

Pasaron pocas semanas cuando otra vez como siempre el hincha embajador se volvía a ilusionar, otra vez esa novia ingrata que a veces te pone los cachos, te trata como un perro y te manda para la casa con el rabo entre las piernas, se puso sus mejores galas hizo dos finos coqueteos, flirteo se dio un paseo por el gramado del Nemesio y ante el que fuera campeón, estreno sus nuevos bríos y enamoro de nuevo al impávido, inocente y crédulo azul que dijo una vez más, contigo hasta la muerte.

Lejos estaba ese enamorado hincha de imaginar qué fecha tras fecha y semana tras semana ese amor, que otrora era desespero, desengaño e impotencia se fuera a afianzar de una manera tan impresionante, que hasta en Suramérica decían el hincha de Millos lo sigue hasta la luna, y en una noche mágica de noviembre ese gigante dormido, como en otras épocas saco de su bolsa una excelsa faena que con inicios de película de terror, pero con final de cuento hadas mando a un grande a bailar samba sin música, pues la fiesta se quedo en Bogotá.

El sueño se cristalizaba, este paseo se hacía cabalgata pero como toda historia tiene sus dificultades, siempre es necesario aterrizar cuando se está volando tan alto, para el embelesado hincha azul, aquel miércoles que nos saco de carrera en Suramérica fue una puñalada en el corazón, pues para ese momento era más factible soñar con una final foránea, que con una de la casa. El despertar fue duro, varios perdieron la fe, perdieron el brillo de sus ojos, aquella esperanza que meses atrás se  alardeaba, se tiño otra vez con ese oscuro reflejo de épocas lúgubres que aunque pasadas eran la realidad inmediata del mundo embajador.

Las primeras dos batallas de aquella confrontación anunciaban lo peor, pasaba el tiempo y lo que días atrás era un hermoso sueño, se convertía en pesadilla, sin embargo como los buenos guerreros que no mueren sin dar la pelea el gigante azul se levanto, se limpio la cara y los golpes y dio una épica pelea que en las semanas siguientes dio cuenta de tres victorias en línea que materializaron de nuevo, lo que ya parecía desvanecerse en el aire.

El destino que muchas otras veces jugo en contra, esta vez parecía confabularse a favor y termino por entregar una tarde de domingo un empate con sabor a victoria y a revancha, pues aquellos que hace un año atrás arrancaron el sueño de las manos, se fueron con las manos vacías y prendieron una fiesta que estaba pospuesta por 24 años.

Los días siguientes parecieron congelarse en el tiempo, todo sucedía en cámara lenta, aquella  semana de diciembre quedaría inevitablemente grabada en la memoria de los hinchas embajadores como la más larga de sus vidas, pero también la más feliz, aquel miércoles la ciudad se tiño de azul, no importaba si Millos estaba fuera de casa igual que como en otras tantas oportunidades, la capital lucia una tibia túnica azul que presagiaba para muchos los mejores augurios. Aquella noche decembrina la primera batalla en tierras antioqueñas regalo un empate que sabia a victoria, pues como a lo largo del semestre los guerreros azules demostraron su hambre de gloría y ese día Bogotá se fue a dormir un poco tarde con la idea inquebrantable de una estrella pintada de azul.

Al igual que el resto de esta larga semana, la llegada de aquel inolvidable domingo fue un suplicio largas horas de insomnio, evocando glorias pasadas como si se tratase de invocar los poderes de guerreros pasados para llenar de fuerza a los actuales. Aquella mañana de dominical hasta el cielo se mostró en su esplendor con un azul inmaculado enmarcado como el mejor presagio de una noche mágica.

La Bogotá gris de antaño se vistió como dice un pregón, de azul y blanco y fue inundada de hinchas azules por todas las calles, cuarenta mil afortunados mortales lograron estar de cuerpo presente en el Campín, millones tenían el corazón y todas sus ilusiones puestas en el gramado y detrás de pantallas gigantes y televisores se pusieron la armadura para acompañar a sus guerreros en esa la batalla más importante de los últimas dos décadas. La ciudad se fundió en un solo grito de gloria cuando terminando el primer tiempo un balón rebelde se coló entre las piolas del equipo rival, en ese momento muchos estallaron en un júbilo guardado por años. Todo era fiesta, no obstante el tinte dramático no se haría esperar y en un segundo infame toda la historia parecía dar un giro fatal, los segundos siguientes pasaron paradójicamente y a diferencia del resto de la semana en un suspiro, y lo que antes fue tiempo eterno ahora se diluía como agua entre los dedos.

Se llego el momento de definir, de darle sentido a eso que la familia embajadora llevaba esperando décadas y décadas, eso que le da sentido a una pasión pero que muchos desconocían por su ausencia, fueron once cobros eternos y solo cuando el que sería el último fue detenido por la humanidad del héroe azul, el pueblo azul estallo en alegría, las lagrimas que antes eran de amargura se convirtieron en las más dulces y por fin después de tanto sufrimiento todo aquel que se sabe embajador grito con desparpajo, fuerza y vehemencia a los cuatro vientos ¡¡¡CAMPEÓN MILLOS CAMPEÓN¡¡¡.

Cortesía: Carlos Ulloa.


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