Crónica: Un cuento de familia

Crónica de un buen hincha de Millonarios. En Noticias Millos publicamos el sentimiento de la hinchada más veces campeona.

-CRÓNICA

En el año 1987, el 20 de Diciembre exactamente me desperté ilusionado porque con un empate Millonarios podía salir campeón, luego de no haberlo visto desde que había adquirido conciencia.  Ese partido lo ví con todos mis amigos del barrio, incluidos el combo del enano Roberth Serna, etc, etc, lo vimos en el garaje de Edgar Fernando y Nelín.  Cuando se acabó el partido salí gritando de la emoción a la calle abrazándonos entre todos y lo primero que hice (recuerdo muy bien) fue mirar al cielo azul y sentir una auténtica emoción de tener lágrimas de alegría.  Ese día supe que era eso de llorar de alegría.

Mi papá había ido al estadio con Juan, Fernando y Jaime bastante enguayabados también recuerdo. No había boleta para mí porque yo quería celebrarlo con mis amigotes, sabía que en caso de triunfo mi papá y ellos se quedarían bebiendo como siempre al lado del estadio y me daba aburrimiento.  Me encontré con mi papá prácticamente al otro día, pobre, no podía con su cuerpo del guayabo pero se le veía muy feliz, muy feliz.

Al siguiente año, 1988, yo lo ví me parece que en la garaje de la casa del enano.  El partido se jugó en Barranquilla y la sensación fue igual, pero mi papá lo vio donde Venancia, creo.  Como había que ir a celebrar por la 26 (por la llegada del equipo al aeropuerto) yo me fui con mis amigos a celebrar. Ese año le había pedido a mi mamá que me hiciera una bandera toda azul, sin nada más. Solo tela azul.  Muy grande, tenía 2m x 1 m.  En esas, estando en la 26 y esperando que viniera el equipo en su bus con la multitud alborotada, unos tipos en un Renault 9 me raparon la bandera, traté de perseguirlos y vi que el carro frenó unos metros más adelante.  Cuando quedamos a la par me sacaron un revólver y me apuntaron, me dijeron “quieto chino hp”.  Yo me quedé helado y no hice nada, arrancaron con mi bandera.

Pocos minutos después de eso, a mi papá me lo encontré en el puente de la 26 con Boyacá y él al verme se me abalanzó llorando de alegría por haber salido campeones, yo también empecé a llorar pero era una mezcla de rabia, impotencia por mi bandera robada y de verlo a él feliz por el motivo deportivo.  Me preguntó que por qué lloraba, le conté lo de la bandera y me abrazó, me dijo que no me preocupara porque había cosas más importantes en la vida que una bandera.

El domingo 09 de diciembre estuvimos en el estadio con Tommy y Adriana.  La clasificación a la final fue dura, sufrida.  Pero pasamos.  Algunas personas en la tribuna lloraban de alegría y de repente vi a Tomás llorando mucho.   Le pregunté qué le pasaba pero rápidamente entendí que había sufrido mucho por el partido y que era su momento de desahogo.  Lo abracé y le dije que siempre había que tener fe y que el abuelito le estaba ayudando a Millos desde el cielo.

Me acordé de muchas cosas en ese instante. De cómo mi papá me abrazó ese día del 88 y de su cara enguayabada de felicidad en el 87.

Hoy, Diciembre 12 de 2012 comienza la final, Medellín Vs Millonarios, primero visitantes, el domingo locales en El Campín. Vamos a ir al estadio mi hijo Tommy+Adriana (esposa)+Don Luis (suegro)+Yo.  Tommy está muy emocionado, he tratado de nivelar su ansiedad diciéndole de las posibilidades en el fútbol: ganar, empatar o perder.  Pero que hay que tener el alma dura en estos momentos, sobretodo si las cosas no salen como queremos. Pero también siento que no quiero torpedear su ilusión en este momento.

Espero que pueda mirar al cielo con emoción y darle a mi papá las gracias por haberme llevado al estadio a hacerme hincha de Millos como yo lo hice con Tommy.  Y abrazarme con Tommy.  Esperemos que la respuesta sea SÍ.

Hoy, sábado 15 de Diciembre fui al barrio La Alquería y compré una tela azul rey, de 2 mts por 1 mt.  Le pedí a mi vieja que me hiciera la misma bandera que me habían robado 24 años atrás.

Lo primero que hice el domingo 16 de Diciembre fue ir a la tumba de mi papá. Fuimos con Tommy y Adriana.  Y con la bandera nueva.  Le hablé en medio de las lágrimas de los tres, diciéndole que ese día era posible que fuéramos campeones.  Como en el 88, como el día de la bandera robada.  Le pedí a mi viejo que le diera esa alegría a mi hijo Tommy.

En cada penalti, Tommy se tomaba las manitos como para rezar y miraba al cielo.  En el último le pedí a mi viejo que le diera esa alegría a su nieto.

Delgado tapó el penalti de la gloria e inmediatamente nos volteamos en medio de lágrimas a abrazarnos, Tommy celebraba pero de repente se quedó callado, se llevó las manos a su carita de 8 años e hizo el gesto de llanto.  Yo le tomé su carita de frente y le dije que éramos campeones, que él era campeón.  Tommy no paraba de llorar:  8 años y llorando de alegría.  No parábamos de llorar los tres abrazados. Ni al otro día, ni una semana después.

Después de hablarle a Tommy, miré al cielo, le di gracias a mi viejo con un  grito herido de llanto y emoción:  GRACIAS PAPA POR HACERME DE MILLOS.  GRACIAS PAPA.  SOMOS CAMPEONES.

Cortesía: @insolentetemera 

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