Aquel 16 de Diciembre del 2012, para mi, el mejor día de mi vida.
Aquella mañana, el cielo fue mucho más azul, las nubes tímidas se asomaban por el firmamento, la capital de Colombia se paralizaba a ritmo del Ballet Azul. El Campín, templo del fútbol colombiano se vestía con su mejor traje, desde tempranas horas del día, miles de hinchas ya hacían filas para ser el primer fiel testido de lo que sería una fiesta, con mucho nerviosismo, pero al fin y al cabo fue una fiesta.
¡Sí se puede!, el grito que se escuchaba en las tribunas, al llegar la hora de la final de la Liga Postobón II 2012 frente al Medellín se sentía esas mariposas casi con dolor estomacal, se sentía un corazón Embajador latir mucho más fuerte, se sentía todo un país a la espera de la vuelta del más grande: Millonarios F.C.
Lechona, gaseosa, papitas, el menu criollo con bastante grasita era el predilecto mientras frente a los ojos se veía llenar muy rápidamente el estadio El Campín. La fiesta no sólo era dentro del Campín, miles de hinchas se alistaban en el parque Simón Bolívar, y millones se alistaban en cada rincón del país.
Absolutamente todos mis amigos son hinchas de Millonarios, y los que no pudieron conseguir un tiquete para la final Millonarios - Medellín prefirieron armar su propio estadio en la casa; comida, cerveza, pantallas gigantes improvisadas con la sabana blanca de la cama, vecinos de la cuadra hinchas y no hinchas de Millos, todo listo, sin dejar escapar detalle esperando la estrella 14 de Millonarios.
Y llegó!, la 14 cayó desde el firmamento del Cerro de Monserrate, iluminando con su esplendor azulado cada uno de los millones corazones Embajadores que no habían visto al equipo gritar campeón por más de 20 años. Lágrimas de felicidad, abrazos apretados hasta con desconocidos, ese, era el ambiente de la hinchada campeona. En el parque Bolívar la locura completa, y a su vez, iniciaba la espera para aguardar la llegada del Millonarios campeón a aquel parque para celebrar hasta el amanecer.
En las calles y barrios colombianos, el sin fin de gritos: ¡Campeón Millos Campeón!, caravanas en carros y motos, patrocinada por Maizena y licor, una gran locura desató el más veces campeón en cada calle de las ciudades colombianas.
Aquel 16 de diciembre, quizás muchos nos consideraron locos por celebrar a rabia, muchos nos vieron llorar de felicidad, y sin pena alguna, a mucho orgullo, fueron lágrimas de gloria, esa gloria que siempre debe de tener Millonarios, el club más grande de Colombia.
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